EL DOLOR DEL OLVIDO


Los recuerdos vienen y van. Saltando entre las letras de mi teclado, mis dedos tratan de interpretar cada una de las imágenes que aparecen fugazmente por mi mente y dibujarlas de la manera más fidedigna posible. Este es un artículo que debió haber sido publicado hace mucho tiempo. Debió haberse publicado el año que ya se fue, pero que por diversas circunstancias quedó en el tintero.

Sólo me queda comenzar del modo siguiente….

Aquella mañana del 09 de diciembre de 1987, me desperté más temprano que de costumbre, hacía pocos días que había comenzado a trabajar en un Bazar de Indumentaria cuyos dueños eran unos amigos japoneses de mi familia. Me desperecé poco a poco y mientras trataba de vestirme aún medio dormido, en la radio una noticia me terminó de despertar: “Un   Avión Fokker F-27 de la Marina de Guerra del Perú,  proveniente de Pucallpa ha sufrido un accidente”.

En los minutos siguientes me fui enterando de todos los pormenores. Aunque sólo eran presunciones, nadie se atrevía a dar la noticia exacta. Cuando a las 6.30 am llegué a la panadería ubicada en la cuadra dos de la Avenida Arica, la noticia ya era “Vox Populi”: El Avión Fokker F-27 que traía al Equipo  de Alianza Lima desde Pucallpa se había caído al Mar.

Durante toda la mañana el único tema de conversación fue la Tragedia Aérea. Se tejieron miles de historias, todas inverosímiles. Las noticias se propalaron rápidamente, pero nadie sabía exactamente qué había sucedido. Con el correr de los años tampoco se sabría con certeza.  Creo que nunca se sabrá en forma exacta que sucedió aquella madrugada del 08 de marzo de 1987, sólo historias.

Para comprender este accidente, debemos viajar a esa década y desentrañar a groso modo el contexto en el que se produjo esta tragedia. Desde 1980 la violencia se había extendido por casi todo el país y ya había llegado a la capital del Perú: La Ciudad de Lima. El grupo terrorista “Sendero Luminoso” había llevado su  violencia del  “campo a la ciudad” con éxito para ellos, pero con padecimientos para los ciudadanos. La situación económica comenzaba a declinar, fueron años del intento de estatización de la banca y el sistema financiero.

En un principio Sendero Luminoso (SL), comenzó en Lima, una serie de asesinatos a altos oficiales de la Marina de Guerra del Perú, quienes desde 1982 se habían hecho cargo de combatirlos en las “Zonas de Emergencia”. Muchos de estos oficiales formados en la llamada Escuela de las Américas en Panamá, intervinieron en Ayacucho durante los primeros años de violencia de Sendero Luminoso, actuando en forma indiscriminada, produciendo al igual que aquellos a quienes combatían, aniquilamientos, desapariciones y torturas (CVR 2003).

Las masacres y ejecuciones extrajudiciales se habían traslado a la capital. En mayo de 1986 un comando de aniquilamiento de SL asesinó al Contra-Almirante Carlos Ponce, miembro del Estado Mayor de la Marina de Guerra del Perú. Este hecho motivó la reacción del gobierno (el 18 y 19 de junio se produjo en Lima la “Matanza de los Penales”). Aprovechando la realización del Congreso de la Internacional Socialista, los presos por terrorismo se amotinaron en diferentes cárceles exigiendo beneficios penitenciarios. El presidente Alan García tomó la decisión de ordenar que las Fuerzas Armadas sofocaran a los rebeldes, el resultado fue, 300 muertos. Según amnistía Internacional, muchos presos después de haberse rendido, fueron ejecutados con tiros en la nuca por miembros de la Infantería de Marina (CVR 2003). La reacción de SL  fue aún más violenta, produciéndose una serie de asesinatos a Líderes Políticos y Sociales; en octubre, asesinaron al Ex comandante General de la Marina, Vicealmirante Jerónimo Cafferata.


Fokker F-27
Para 1987, cuando se produjo el accidente del Fokker F-27 que traía al Equipo de Alianza Lima desde Pucallpa, las voladuras de torres de energía eléctrica, los “coches bomba” y los asesinatos selectivos eran comunes.

Respecto del accidente se tejieron diversas historias, alimentados por otros que ya subsistían en la tradición oral andina, como es el caso de “El Pishtaco” o degollador, quienes eran descriptos como “gringos” altos, armados con cuchillos y pistolas. Aparecían en medio de la noche para cazar a los pobladores desprevenidos, que luego de descuartizar a sus víctimas los cocinaban en hornos especiales para extraerles la grasa o aceite, que luego era vendido a las empresas aéreas, pues se decía que los aviones modernos necesitaban aceites "muy finos" y sólo el ser humano podía proveerlo. También se decía que “El Pishtaco” era un enviado del gobierno, que tenía como objetivo vender la grasa de sus víctimas para poder pagar la deuda externa. 

Durante aquellos años las violaciones a los Derechos Humanos por parte de  los grupos terroristas (SL y MRTA)  y de las Fuerzas Armadas se volvieron recurrentes y el pánico se había apoderado de todos los peruanos.

En cuanto a las circunstancias del accidente  del avión que traía al equipo “Blanquiazul” desde la ciudad de Pucallpa hacía Lima, la primera Historia que se tejió es aquella que cuenta que el Avión Fokker F-27 de la Marina traía grandes cantidades de cocaína escondida en sus bodegas. En pleno vuelo los jugadores de Alianza Lima se habían percatado de ello y habrán amenazado a los oficiales con denunciarlos públicamente, ante esa situación descontrolada los marinos habrían decidido ejecutar a los jugadores aliancistas sin compasión, hecho que habría producido el accidente.

Algunas entrevistas publicadas en los días subsiguientes parecen confirmar esas teorías, nunca comprobadas.

“Yo lo tengo claro: el avión traía droga y los marinos se bajaron el avión. Tengo indicios. La libreta electoral de mi esposo estaba casi intacta, solo con un poco de agua. ¿Tú crees que con el agua salada del mar, esa libreta se va a quedar así? No, con tantos días en el mar, esa libreta tendría que estar destruida. Seguro los marinos le pusieron un poco de agua para pasar desapercibidos. Estoy segura que a los muchachos los secuestraron con la intención de desaparecerlos, y así lo hicieron. Hubo otro hecho: el calzoncillo de Marcos Calderón tenía una mancha de sangre que, según su esposa, estaba ahí desde antes del accidente. ¿Cómo es posible que después de tantos días en el mar, esa mancha de sangre siga ahí? Por otro lado, los maletines y los chimpunes estaban reventados, ¿qué raro no? Yo creo que los jugadores que no aparecieron  porque estaban baleados. Seguro ellos se opusieron a los militares. Mi esposo apareció 8 días después, pero no sé cómo lo han matado". Entrevista con Ofelia Bravo, viuda del jugador Tomas “Pechito” Farfán.

“El avión había venido cargado de cocaína y los marinos lo derribaron. Fue parte de una guerra del narcotráfico. El que no se hayan encontrado algunos cadáveres fue porque le cayeron balas, y tenían que desaparecerlos para que no se vean las evidencias. Incluso las partes laterales del avión no fueron encontradas; un vecino marino me dijo que fueron cortadas con soplete. Esto es verosímil por la relación del gobierno, especialmente del Ministro del Interior de ese entonces, Mantilla, con el narcotráfico. Al piloto le dieron de baja y se fue a Estados Unidos, nunca dio declaraciones o se confrontó con los familiares, esta es otra evidencia de que estaban coludidos con el narcotráfico…” Entrevista con Guido de Lucio, barrista, fundador de los “Cabezas Azules”.

“Unas personas de la Marina nos contaron que era la tercera vez que ese avión venía de Pucallpa y que en las dos anteriores vino con coca. Cuando los periodistas fuimos a averiguar al día siguiente nos metieron bala. ¿Dónde está el piloto?, ¿por qué no declaró? En ese entonces no se podía decir nada, todo el mundo tenía miedo de hablar. Se dijo que el Dr. Orestes Rodríguez tenía un orificio de bala en la nuca, que Caico había sido baleado, y que algunas prendas de Marcos Calderón ni siquiera estaban mojadas. Seguro el avión traía coca y lo estaban esperando, por eso, cuando quiso dar la vuelta, lo derribaron; eso fue lo que sucedió…” Entrevista con Tito Navarro, periodista deportivo

Otra de las historias que se contaron fue aquella que afirma que, "...al sufrir el desperfecto mecánico, los jugadores aliancistas —para evitar que el Fokker se precipitase sobre los barrios pobres causando numerosos muertos— decidieron inmolarse obligando al piloto a lanzar el avión al mar…” El Nacional 10/12/87, La Crónica 10/12/87. 

Por supuesto, hay que sumarle las historias de la “Negación” natural de los familiares, como aquella que apareció a los 16 años de la caída del avión. Su autora es María Carolina López, la madre de Carlos “Pacho” Bustamante, uno de los potrillos más destacados de aquel recordado equipo: 
“No, no, mi hijo no está muerto; por eso yo nunca le he hecho misa de difunto sino de salud. Acá no hubo mano de Dios sino mano del hombre; acá pasó algo raro. Sigo teniendo esperanza de volver a verlo. Él no ha podido morir ahogado, porque mi hijo era muy católico, iba siempre al oratorio de María Auxiliadora. ¿Dónde están? No sé, se lo han llevado a otro lugar, o no viajaron. Algo raro: una vez le dije a Jaime Bayly en TV —ya había pasado eso del barco de la Marina que encontraron con droga en San Diego—. Entonces yo le dije que la Marina estaba metida en droga. Ese avión traía droga y no cayó al mar, sino en la orilla. Además, qué casualidad que solo el piloto se salvó. Si tuviera al piloto frente a mí, lo trataría de cobarde: ¿Por qué nunca se entrevistó con las madres de los muchachos para decir qué pasó? Porque él sabe la verdad. Ahora yo puedo decir la verdad: ¡qué me va a pasar! Si ya estoy vieja y no tengo miedo a nada. Además, yo tenía otro hijo de la Marina, Mario de 32 anos, y a un año y medio de la tragedia, murió, de un momento a otro se le presentó la leucemia. Para mí que pensaban que estaba investigando. Para mí que hubo represalias contra él…” Diario Ojo 01/04/03.

LOS POTRILLOS

Los Potrillos (Imagen: El Comercio)
Luego de la primera ronda del mundial de 1978, la revista Argentina El Gráfico calificó al mediocampo peruano, al mediocampo del Alianza Lima (César Cueto, Teófilo Cubillas, José Velásquez) como el mejor del mundo. Ese año, el equipo blanquiazul volvería a salir campeón nacional (también lo había sido el año anterior), pero luego vendría una mala racha que realmente pareció interminable: tuvieron que pasar dieciocho años para que el Alianza Lima volviera a conquistar un título de esa categoría y para que sus hinchas dejaran de sufrir.
A la mitad de ese período, específicamente en 1987, el equipo se encontraba totalmente renovado, con una generación de jóvenes estrellas —conocidos popularmente como los “potrillos”— que provenían de sus divisiones inferiores y que constituían una nueva esperanza del fútbol peruano. Sin embargo, cuando solo faltaban tres fechas para concluir el campeonato nacional y este Alianza Lima  se encontraba en el primer puesto de la tabla de posiciones, se produjo el fatídico accidente frente al mar de Ventanilla. 

El último partido se había desarrollado el 8 de diciembre de 1987, en la selva peruana, contra el Deportivo Pucallpa, y Alianza Lima había ganado 1-0. La historia futbolística peruana cuenta que los jugadores estuvieron “raros”, que ni siquiera celebraron el gol que los situó en el primer puesto de la tabla de posiciones. Luego del partido se cuenta que regresaron al hotel, se bañaron, recogieron sus pertenencias y sin perder tiempo se trasladaron al aeropuerto para regresar a Lima lo antes posible. El club había alquilado un avión charter de la Marina de Guerra, un Fokker F-27 (matrícula A-560). Dicho avión salió de Pucallpa a las 6:30 de la tarde, y tuvo su último contacto con la torre de control de Lima a las 8:05 de la noche. A las 8:15 p.m. fue declarado en emergencia y no se supo más de él. 
Un problema con el tablero de mando en la cabina del avión parece haber sido la causa primera del accidente. Ese día la neblina en Lima era intensa y el avión comenzó su descenso. Asustado al no constatar si había bajado el tren de aterrizaje en el tablero de comandos del avión, el piloto se conectó con la torre de control para que verificaran lo sucedido. Desde ahí los técnicos le aseguraron que no había ningún problema y que podía aterrizar. Se cree que el avión fue perdiendo altura y que, al intentar dar la vuelta para regresar al aeropuerto, el ala derecha chocó contra el mar. Este impacto fue fatal. 

El Avión Fokker F-27 se cobró la vida de los POTRILLOS  ‘Caíco’ Gonzales Ganoza, César Sussoni, Tomás ‘Pechito’ Farfán, Daniel Watson, Braulio Tejada, José Mendoza, Gino Peña, César Chamochumbi, Carlos Bustamante, Milton Cavero, Luis Escobar, Ignacio Garretón, José Casanova, Alfredo Tomassini, William León y Aldo Sussoni.

También falleció el cuerpo técnico encabezado por Marcos Calderón, Andrés Eche (utilero), Washington Gómez (dirigente), Rolando Gálvez (preparador físico), Orestes Suárez (traumátologo), ocho miembros de la hinchada, tres árbitros y seis tripulantes.
Varios jugadores no llegaron a viajar por diferentes motivos, entre ellos Juan Reynoso, quien estaba lesionado al igual que  ‘Colibrí’ Rodríguez y Juan Illescas. En el caso de César Espino, no viajó por suspensión.

Última Foto del Equipo (Pucallpa)
Curiosamente, esta tragedia solo tuvo un sobreviviente: el piloto y Teniente de la Marina Edilberto Villar. En ella murieron 43 personas: 16 futbolistas, 5 miembros del cuerpo técnico, 4 dirigentes, 8 barristas, 3 árbitros y 7 tripulantes.

 La estrella máxima era Luis Escobar, quien había debutado en el primer equipo a los 14 años (al momento del accidente tenía 18) y se había convertido en la sensación del torneo.

El mundo, además de las Autoridades Peruanas dijeron, ¡Presente!. El presidente de la República Alan García, el Cardenal Juan Landázuri Ricketts y varios ministros de Estado asistieron a las principales manifestaciones públicas de pesar, y la mayoría de ellos se declararon aliancistas desde niños. El Consejo Municipal de La Victoria declaró el embanderamiento general del distrito y tres días de duelo en honor a los muertos. Teófilo Cubillas, retirado del fútbol el año anterior, anunció que si Alianza lo necesitaba volvería a vestirse de corto y, en efecto, lo hizo tres semanas después cuando el campeonato nacional fue reanudado.
Desde Londres, Bobby Charlton hizo pública su tristeza ante la noticia de la tragedia, rememorando el accidente aéreo sufrido por el club Manchester United, el 6 de febrero de 1958, que provocó la muerte de 8 jugadores, el entrenador, un dirigente y ocho periodistas. Asimismo, el Peñarol de Montevideo salió a jugar la final de la Copa Intercontinental, en Tokio, con crespones negros en señal de solidaridad con su contraparte peruana. 
Que un avión militar tuviera uso comercial es realmente algo controvertido que muestra no solo la debilidad económica de las instituciones militares sino, además, la desorganización del fútbol peruano: un Estado pobre cuyos aviones se caen y un club sin recursos que se apoya en la informalidad. 

Por ello, desde el principio, la Marina se mantuvo hermética y sus comunicados sobre el accidente fueron parcos y bastante escuetos. Inclusive el día 9 de diciembre la prensa escrita registró tensos enfrentamientos entre los familiares de los deudos y centinelas encargados de la seguridad de la base naval a donde los primeros habían acudido en busca de noticias y mayor información. Hay testigos que afirmaron que con el objetivo de ahuyentarlos se produjeron algunos disparos al aire. 
Lo cierto es que el hermetismo de la Marina fue notorio y se radicalizó aún más cuando prohibió que los familiares de los deudos participaran de la búsqueda de los cadáveres en el mar del accidente. Ante los rumores de que el jugador Alfredo Tomasini había mantenido un diálogo con el piloto mientras ambos luchaban por sobrevivir en el mar, los familiares de este quisieron alquilar una embarcación privada pero no les fue permitido hacerlo. La Marina prohibió el ingreso de toda embarcación civil, encargándose ella sola de las labores de búsqueda y rescate. 

EL POTRILLO ESCOBAR

Diversas historias de los jugadores también se contaron por aquellos años, como aquella que se refería a Luis Escobar, el Potrillo más famoso.

“En un chifa de la avenida Manco Cápac en el barrio de La Victoria solían almorzar ‘Los Cotizados’, morenos admirados por ser las figuras de Alianza Lima en la década del ochenta. Eran José Casanova, Pacho Bustamante, Daniel Reyes, entre otros de un garbo especial, pero quien resaltaba más, indudablemente, era Luis Escobar, el goleador.
Un niño con una canasta llena de golosinas ingresó esa tarde al chifa sin notar que a quienes les ofrecía chicles y caramelos eran ‘Los Cotizados’. Lucho, que cuando hablaba todos debían oír, preguntó: “¿Cuánto vale toda tu canasta?”. El niño no entendió y antes de responder ya tenía un billete en la solapa de manos del ‘Potrillo’, quien siempre impresionaba con gestos…”

En otra ocasión,”César Loyola, jugador del Sporting Cristal y amigo de ‘Los Cotizados’, había hecho una invitación. Su club le había regalado un departamento en La Florida y quería estrenarlo con una fiesta. Escobar no sabía qué hacer porque ese sábado tenía partido en provincia con Alianza, así que se le acercó a Marcos Calderón y le dijo: “Profe, esta semana voy a parar, ya que siento un tirón en la pierna”.

El ‘Oso’, viejo zorro del fútbol, replicó de inmediato: “Usted juega Lucho, no me mienta, ya sé que Loyola está haciendo una fiesta”. Viéndose descubierto, Escobar levantó la apuesta. “Ya pues profe, usted sabe que si no juego ahora, para la próxima semana que es el Clásico voy a estar contento. Voy a hacer tres goles y todos cobramos premio”.

La última. Eran los tiempos de hegemonía en el boxeo de Ray Leonard y Escobar era su fiel seguidor. En cada pelea, ‘Los Cotizados’ se reunían a ver la televisión y algo dejó conmocionado al jugador. El relator presentaba la contienda y mencionó que más de 20 mil personas rugían en el Caesars Palace de Las Vegas por ‘Sugar’. Luis se paró delante del televisor dirigiéndose a sus compañeros y amigos, y dijo con las manos en alto: “A mí, en el Clásico me ovacionaron 40.000 personas. Soy más que ‘Sugar’”.

Aquel ‘Potrillo’ agrandado y díscolo venía antecedido de una historia misteriosa. Su madre, Carmen Agurto, dio a luz en 1967 a un niño al que llamó Luis, pero que tardó dos años en inscribirlo en los registros. El padre biológico era un hombre conocido como ‘Negro Zarumilla’ del barrio de Renovación y de apellido Ciudad. Pero ‘Zarumilla’ evitó hacerse cargo del pequeño Lucho.
Fueron años muy difíciles para Carmen Agurto, quien se mudó al jirón Conchucos de Barrios Altos con su nueva pareja quien le daría el apellido a Lucho. El destino quiso que el niño no se llame Luis Ciudad, sino que se hiciera famoso como Luis Escobar, el ‘Potrillo’. Por este episodio, la leyenda cuenta que el jugador figuraba como categoría 69, pero en realidad era 67.

FINALMENTE, Alianza Lima terminó el campeonato de 1987 jugando con juveniles y algunos jugadores prestados por el club chileno Colo-Colo que, debido a la afinidad entre la hinchada de ambos clubes, concurrió rápidamente en auxilio del club peruano. La opinión pública chilena estaba sensibilizada al respecto, debido al accidente aéreo en que perdió la vida gran parte del elenco de Green Cross en 1961 y el accidente de los rugbistas uruguayos en 1972. La hermandad entre ambos clubes se hizo fuerte desde ese momento. Ese año 1987 Alianza no pudo mantener el paso y el campeón fue Universitario de Deportes.

EL DOLOR DEL OLVIDO

Seguramente hay muchos responsables de esta tragedia, comenzando desde el Estado y los dirigentes del fútbol quienes hacían (siguen haciéndolo) de la “vista gorda” ante miles de irregularidades. Los Potrillos hace más de 26 años que ya no están, pero las mediocridades siguen exactamente igual. El mejor ejemplo es el hecho que desde 1982 no vamos al mundial y son tan escasos los títulos internacionales logrados por los equipos peruanos de futbol, que incluso en competencias como la Copa Libertadores  a duras penas logramos (si es que lo logramos) pasar a la segunda ronda.

Como no quiero inundar más el “fuselaje” del Fokker F-27, me voy a quedar con las palabras de Doña Carmen Agurto, quien actualmente tiene 70 años, quien pelea no sólo contra los recuerdos, sino también contra la miseria y con un sistema que ni siquiera le permite cobrar una pensión mínima que el Estado destinó para los deudos.
“Hace años dejé de ir a las romerías y misas que hace el club porque todo es una mentira. Prefiero ir sola a las Nazarenas. Otro hijo mío también se murió, aunque no tan joven como Lucho. Mi dolor sigue aquí dentro, pero gracias a Dios pude seguir viva. Otras madres no lo lograron”
Se refiere a Hella Aita de Tomassini, quien falleció hace años, pero que hasta el último día creyó que Alfredo y Lucho seguían vivos luego de caer en el mar de Ventanilla.
“Dios tenga en su gloria a esa señora. Me estaba volviendo loca. Venía para decirme que mi hijo estaba vivo. Yo nunca supe qué pasó con mi hijo y estoy resignada a morir sin saberlo. Tal vez solo muriendo me enteraré de la verdad”, añade.
Cuenta que tiró a la basura miles de fotos del ‘Potrillo’ y solo se quedó con un dibujo de su hijo hecho a mano en Arequipa. “Recuerdo que le dije, ‘¿por qué compras ese cuadro donde sales tan feo? Pero a él le gustaba. Entonces, es lo único con lo que me he quedado”.

Por Miguel Ángel Villegas.
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No estamos tan mal, pero, podríamos estar mejor… Sí quisiéramos. (Proverbio Propio)
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