SUDADO


Por Guillermo Ventura.

SUDADO
            Hace un par de días, mientras navegaba por Internet, de casualidad me topé con un afiche publicitario en cuyo encabezado se podía leer: “SUDADO”. Lo primero que vino a mi mente fue el exquisito potaje de la gastronomía peruana hecha a base de pescado, culantro (cilantro), ajos molido, cebolla en julianas, chicha de jora, limón, ají panca y ají amarillos en tiras, todo cocinado al vapor. De ahí el nombre de “sudado de pescado”.
            Por algunos minutos (no segundos) me pareció que ingresaban por mi ventana los aromas de  mi infancia. Los aromas de la cocina de “Luchita”, mi abuela, quien sabía otorgarle a cada uno de sus potajes el “toque indiscutible” de su sazón, convirtiendo a cualquier plato en un manjar.

            Este SUDADO sin embargo no eludía a ninguno de los potajes de la gastronomía peruana, sino a una obra teatral que se estaba representando en un teatro de la zona del Abasto en la ciudad de Buenos Aires.

            La primera vez que fui a ver una obra teatral, debo haber tenido, quizás ocho, quizás nueve y precisamente fue “Luchita” quien me llevó a ver la obra “Huancapetí está Nevando”. Huancapetí, es el paso más alto de la Cordillera Negra, a 4680 m.s.n.m.  Se encuentra en el límite de las provincias de Aija y Recuay en el departamento de Ancash.

            El Teatro y Yo, siempre hemos tenido mucha cercanía. Primero observando al grupo de danza de mi clan familiar, luego, como un miembro más cumpliendo el rol que se me había asignado por edad y estatura: “La Mascota”. Cuando tuve edad  suficiente, ocupé la vacante disponible en función del cambio generacional. Fueron casi seis años de “pisar” los tablados. A comienzo de los ’80 el grupo finalmente se separó. Danzamos por última vez en el Teatro de la ciudad de Huaral (Provincia de Lima – Departamento de Lima).

            “Huancapetí está Nevando” era distinto. Era una historia contada, ya no por danzantes, sino por actores. Con textos, con iluminación, con efectos especiales y sobre todo con muchas penumbras. ¡Hasta había nubes! Al menos eso pensé cuando a la mitad de la historia, el pequeño teatro se inundó de un “vapor Blanco” que pareció nacer desde los rincones y que poco a poco lo fue cubriendo todo.

            Cuando hace unos días descubrí el afiche, quise saber que era ese “SUDADO”. Por esas cosas del destino o de la tecnología, Internet permitió que me contactara con el director de la obra. Mails van, mails vienen, terminé por invitarlo al programa de radio que conduzco con amigos “REALIDADES PERUANAS” los lunes de 18 a 20 hs.

            Había quedado intrigado. Quería saber más para poder entrevistarlo el lunes 16 de marzo, así que hice lo más simple: Fui a ver la obra.

— ¡Vamos a ver que hacen estos locos!— me dije.

            Casi como de costumbre llegué temprano, para “pispear” el lugar. Siempre suelen decir que el mundo del teatro es muy especial, que tiene un “no se qué”. Todo eso quería averiguar.

            El Teatro Beckett en la calle Guardia Vieja al 3500 es un lugar pequeño, pero con los espacios suficientes para contar historias. La calle aún mantiene reminiscencias antiguas: está empedrado.

            Llegué temprano. Miré mi reloj. Faltaban veinte minutos para las veintitrés horas. A esa hora ya había bastante bullicio, pero no era un bullicio de aquellos que lastiman los oídos, sino de aquél otro, de aquél que se parece al “cuchicheo”, pero que resultaba entendible. Todo estaba muy ordenado.

            Compré mi entrada y esperé. Recorrí el lugar tratando de descubrir, ¿Quiénes serían los actores que interpretarían la historia? Aposté conmigo mismo, catalogando a unos y descartando a otros. Al final, no acerté con ninguno.

            No habían pasado ni cinco minutos desde mi llegada cuando comenzaron a servir una “copitas de pisco”: PISCO VARGAS. Por algunos segundos pasó por mi mente el recuerdo de una reunión al que fui invitado, en la que también sirvieron Pisco. “Uno de los invitados pidió un poco de sal. Cuando se lo trajeron, colocó unos gramos sobre el dorso de su mano, le pasó la lengua y zas! de un tirón se bebió la copita de pisco”.

— ¡SACRILEGIO!— Dije. Todos me miraron. Aquél hombre estaba confundiendo al Pisco Peruano con el Tequila Mexicano.

Afiche de "SUDADO"
            El PISCO PERUANO es un aguardiente de uvas (Vitis Vinifera) cuya calidad proporciona un bouquet incomparable en el que se conjugan no sólo el cultivo de la vid y la calidad de la tierra, sino el clima y los recipientes en el que se hacen dormir las grandes botijas de barro cocido y a medio enterrar. Fueron las cepas traídas desde las islas Canarias las que dieron origen a los vinos generosos y al aguardiente que la tradición peruana bautizo como Pisco por ser la vasija del mismo nombre que trabajaron las manos  alfareras.  El Pisco se produce en el Perú desde finales del siglo XVI en los departamentos de Lima, Ica, Moquegua, Arequipa y Tacna.
            EL TEQUILA MEXICANO es un destilado cuyo origen se encuentra en el Municipio de Tequila, en el Estado de Jalisco. El Tequila y el Mezcal (otra de sus bebidas) se producen a partir de la fermentación del Agave (en el Perú lo llamamos “Magüey)

            Todos recibieron sus copitas de Pisco. Por algunos segundos temí que se lo tomaran de un solo sorbo, perdiéndose la oportunidad de degustar no solo su sabor sino también su aroma. Muchos no me defraudaron. Otros, por sus mohines se notaba que no diferenciaban entre un Pisco Vargas y cualquier otro aguardiente barato que hay en el Perú.

No pudiendo contenerme intervine.
— ¡Es una gran perdida que el Pisco y sobre todo esa marca se sirva de ese modo. Se habría apreciado mejor en un “Pisco Sour”.
Mi interlocutor, un muchacho muy educado, trató de justificarse de todas las maneras posibles. Estoy seguro que si hubiera sabido chino mandarín, también en ese idioma hubiera tratado de justificarse.

Luego de algunos minutos, en el cual se desocupó. Se acercó.
— ¿Cómo te enteraste de la obra?— me preguntó.

            Le conté lo del afiche y algunas cosillas más. En segundos descubrimos.
a)- Él: que yo era Miguel Ángel Villegas.
b)- Yo: que él era Jorge Eiro, el director de la Obra teatral.
Es decir, dos días antes habíamos tenido un fluido intercambio de misivas (vía mail) en la cual había terminado por invitarlo al programa que conduzco con amigos (“Realidades Peruanas”).

¡Reímos a carcajadas!

            Cuando comenzó la obra, todos los asistentes se mantuvieron en silencio, esperando. De pronto, entró un personaje y luego otro y, comenzó a rodar poco a poco la historia.
            Todos fuimos volviéndonos cómplices de los personajes, cada uno identificándose con alguno en especial. Yo, traté de no hacerlo, para tener una mirada más imparcial. Sin embargo, durante todo el rodar de la historia traté de reconocer las tonadas (cantitos): El personaje argentino, ¿sería santiagueño, tucumano, correntino o salteño? ¡Cordobés, seguro que no! El personaje peruano, ¿sería ayacuchano, puneño, arequipeño, cuzqueño o ancashino? ¡Limeño!, seguro que no.

            Traté de no identificarme con ningún personaje. Estuve a punto de lograrlo, hasta que de pronto, “el peruano” se puso a dar una “clase magistral” sobre Machu Picchu. En ese instante, inevitablemente fui fagocitado por el personaje del peruano.

¿Por qué?

            Nunca he tenido la suerte de viajar al Cuzco y conocer personalmente Machu Picchu. Sólo lo he visto en fotos o en videos. Todo mi conocimiento está basado en aquél que he aprendido de los libros (Los Libros de Historia de Gustavo Pons Muzzo), sin embargo, cuando estudiaba en la Universidad (Facultad de Derecho - UBA) he dado “Cátedra” sobre todo lo relacionado a La Historia del Perú y por supuesto, también respecto de Machu Picchu.

¿Era un Erudito?

             No lo creo. Mis interlocutores jamás contradijeron todo aquello que les solía narrar, por el contrario, escuchaban en silencio cada una de las historias que les contaba y en muchas oportunidades, me felicitaron.

            No sé si me sirvió para “Levantarme Minas”, pero, pensándolo bien, es posible que cada vez que narraba sobre el Perú, lo hacía de una forma igual o similar al personaje peruano de la obra. Pero, no por vanagloriarme de mi conocimiento sino como una forma de mostrar mi cultura.

            Finalmente entrevisté al Director de la Obra “SUDADO”, Jorge Eiro el lunes 16 de marzo pasado en el programa de radio, donde le pregunté, ¿Cómo lograron construir los personajes? Me contestó que fue un trabajo de investigación, de observación y sobre todo de la libertad que tenían los actores para realizar su propia búsqueda.

            Narró la anécdota del actor Facundo Aquinos, el actor que interpreta al personaje del trabajador peruano, quien solía llevar una libretita de anotaciones en los bolsillos y que cuando escuchaba alguna palabra nueva, inmediatamente lo anotaba para no olvidarse.

            Dijo también que la obra que están presentando es un trabajo de equipo y que entre todos son coautores de la misma. La charla fluyó naturalmente, de la misma forma que fluye “SUDADO”.

Cuando terminó la historia y se bajó “el telón”, los aplausos nacieron espontáneos.

            Mientras caminaba de regreso a casa, a lo lejos, aún podía escuchar al “personaje peruano” dictando su “clase magistral” sobre Machu Picchu en una de las salas del Teatro Beckett en el barrio del Abasto en Buenos Aires. He podido narrarles todos los pormenores de “SUDADO”, pero le quitaría la magia que poseen las obras literarias representadas en un teatro. A mí me hizo regresar a mi infancia, me hizo regresar a las callecitas limeñas. También me hizo regresar a mis primeros pasos en esta Buenos Aires que si no te “avivas” termina por fagocitarte. En ese sentido, tanto el personaje del trabajador argentino, como la del trabajador peruano y su empleador, no hacen más que mostrar las miserias humanas, pero que aquellos que “la viven” siempre encuentran la forma de ser felices aún en medio de todas las desgracias.


No estamos tan mal, pero, podríamos estar mejor…. Si quisiéramos. (Proverbio propio)


Notas:

  • SUDADO: se presenta en el Teatro Beckett. Guardia Vieja 3556 – Abasto – Cap. Fed.
  • REALIDADES PERUANAS: Lunes de 18 a 20 hs. por la  Fm 106.5.
                                                 www.mundosurfm.com









  

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