EL LIMBO QUE RESUENA EN MI CABEZA.


Por: Guillermo Ventura.

            Habitualmente no suelo comprar el diario Clarín los días sábados, salvo que la “Revista Ñ” (suplemento que acompaña) traiga alguna nota interesante sobre el mundo literario. Sin embargo, el sábado 4 de diciembre de 2010 el diario “Clarín” cayó en mis manos de pura casualidad. Las noticias de ese día en la sección central, eran las que ya estamos acostumbrados: Corrupción, corrupción y más corrupción. Es decir, más de lo mismo. Se ha vuelto tan natural leer artículos sobre ese tema, que uno espera con ansias el diario del día siguiente para ver que pasó con los personajes, casi como esperar el capitulo siguiente de “Los ricos también lloran” o “María, la del barrio”.
            Ya había perdido toda esperanza de leer algo interesante ese día, hasta que de pronto, tropecé con otro de los suplementos que acompaña al diario clarín los días sábados: THE NEW YORK TIMES.
Lori Berenson
            En el mencionado suplemento, había un artículo en la página 6 que llamó mi atención: “PERU MANTIENE A UNA REBELDE EN EL LIMBO”, que en resumen, hablaba sobre la situación procesal de la ciudadana norteamericana Lori Berenson, acusada y sentenciada por delitos de terrorismo en el Perú. Arrestada en 1995 y en cuya casa que alquilaba, la policía encontró ocho mil municiones, tres mil cartuchos de dinamita y a más de una docena de miembros del Movimiento Revolucionario Tupac Amaru (MRTA). De los 20 años de su sentencia, ya cumplió 14 y le acaban de otorgar el beneficio de la Libertad Condicional.
            Simón Romero (el autor del artículo) dice: “Su status legal está en el limbo y no sabe cuando estará libre para regresar a Estados Unidos…”
            Mientras leía, me preguntaba si el señor Simón Romero comprendía los reales alcances del término “Limbo”, y entonces como cualquier escritor responsable me fui a las fuentes, es decir, “El Diccionario de la Lengua Castellana”

LIMBO (Del lat. limbus).
1. m. Lugar o seno donde, según la Biblia, estaban detenidas las almas de los santos y patriarcas antiguos esperando la redención del género humano.
2. m. Lugar adonde, según la doctrina tradicional cristiana, van las almas de quienes, antes del uso de la razón, mueren sin el bautismo.
3. m. Borde de una cosa, y especialmente orla o extremidad de la vestidura.
4. m. Placa que lleva grabada una escala, por lo general con algunos de sus trazos numerados, que se emplea en diversos aparatos de medida para leer la posición que ocupa un índice móvil.
5. m. Astr. Contorno aparente de un astro.
6. m. Bot. Lámina o parte ensanchada de las hojas típicas y, por ext., de los sépalos, pétalos y tépalos.

            Haciendo un esfuerzo, podría decir, que quizás se haya estado refiriendo al primer significado. Sin embargo, analizándolo bien, pensé que quizás se este refiriendo a un término reciente: “Limbo Jurídico” un término moderno mediante el cual se pretende hacer una analogía un poco forzada, por el cual se trata de explicar a aquellos casos en los cuales “La legalidad está sometida a los juegos del poder, a dogmas y rituales arcaicos que se actualizan violentando al derecho moderno”.
            Sin embargo, respecto de Lori Berenson, no podría entenderse como tal, puesto que ha sido juzgada por sus “Jueces naturales”, mediante un debido proceso y que en este momento goza del beneficio de la Libertad Condicional.
“…Hoy, de 41 años pasa los días cocinando y cantando canciones de cuna a su hijo de 18 meses de edad, Salvador, en su departamento limeño…”, continua diciendo el señor Simón Romero.

            En mi cabeza también seguía rondando el término “Rebelde” (Del lat. rebellis). Que reza lo siguiente:
1. adj. Que, faltando a la obediencia debida, se rebela (II se subleva)
2. adj. Que se rebela (II opone resistencia)
3. adj. Dicho de una enfermedad: Resistente a los remedios
4. adj. Der. Dicho de una persona: Que por no comparecer en el juicio, después de llamada en forma, o por tener incumplida alguna orden o intimación del juez, es declarada por este en rebeldía

            Acto seguido, busqué “Terrorista”
1. adj. Que practica actos de terrorismo.
2. adj. Perteneciente o relativo al terrorismo

            Asimismo busqué “Terrorismo”
1. m. Dominación por el terror.
2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.

            He realizado el mayor de los esfuerzos para tratar de encuadrar los actos de la señora Berenson en alguno de los significados de “Rebelde”, tratando de brindarle el beneficio de la duda por sus actos, pero ha sido imposible y sólo he encontrado un significado: “Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror. Dominación por el terror”.
            Es difícil olvidar a una Lori Berenson más joven, allá por 1996, cuando frente a las cámaras de televisión, con los puños apretados gritó: “No hay terroristas criminales en el MRTA. ¡Es un movimiento revolucionario!.
“Mi Lógica no estaba correcta, y la manera en que lo dije fue aún peor. Fue un error” —sigue narrando Simón Romero, respecto de las palabras de Lori Berenson—, “definitivamente estoy entristecida, y lamento haber sido parte de algo tan perjudicial. Mi participación fue de colaboración. Ya saben, rentaba una casa. Compartía ideologías.”

            Comprender la idiosincrasia del Perú es complejo. No bastan los libros de historia o las páginas Web que hoy pululan con informaciones, algunas tergiversadas y otras incompletas, de forma tal que cualquier extranjero que lee, puede llegar a creer que el Perú es un Gran Machupicchu (cosa que he comprobado que muchos creen), que estamos gobernados por un Inca, que no tiene Océano, que todos hablamos quechua, aymara u otras lenguas menos castellano, que no hay restaurantes (cosa que me preguntaron), que usamos taparrabos, que Perú es el alto Perú (una equivocación de ciertos historiadores), en fin la lista es interminable. Por supuesto que esa desinformación o falta de conocimiento respecto del Perú no es culpa sólo del que desconoce, sino que en mayor medida es de los peruanos que no enseñan y como dicen en la Argentina, muchos están más en la “boludes” olvidándose que son los “Embajadores Naturales del Perú”.
            El Perú, es quizás uno de los países más democráticos de está parte del continente, pero no por su gobiernos nacionales, ni de sus funcionarios, si no por el contrario por aquellos que hacen que el Perú sea una “NACIÓN: sus habitantes.
            El Perú está conformado por 24 Departamentos (ejem: Mendoza, Córdoba, Entre Ríos, Misiones) y una Provincia Constitucional: El Callao (Ejem: Ciudad autónoma de Bs. As.). Por algún tiempo fue dividida en 12 regiones económicas, hoy sólo hay una región piloto.
  • Cada Departamento, está dividido en Provincias.
  • Cada Provincia, dividida en Distritos.
  • Cada Distrito en Pueblos y/o Caseríos.
            El 1º de enero de cada año, en el Perú de ayer y en el de hoy, en los pueblos y/o caseríos a través de una asamblea de los comuneros mayores de edad se eligen las tres autoridades que habitualmente tienen: El Presidente, el Teniente Gobernador y el juez de Paz. Denominados, “Las autoridades del Pueblo”.
Dolor, dolor y más dolor
            El 2º de enero, en medio de una fiesta, las autoridades del año anterior hacen entrega de sus cargos a las nuevas. Ese día es de mucho júbilo. Ese día no hay lista perdedora, ese día es sólo de disfrute, de pisco, de aguardiente, de pachamanca (comida cocinada bajo tierra, principalmente carne, tubérculos y verduras a través de piedras previamente calentadas con leña). Ese día es un homenaje a la democracia.
            Cuando los grupos subversivos que asolaron el Perú en la década del 80’ y parte del 90 (Sendero Luminoso, MRTA) comenzaron sus ataques, sabían perfectamente donde golpear, donde destruir: Los pueblos y/o caseríos del Perú. Llegaban, reunían a la población, identificaban a sus autoridades y los amenazaban para que colaboren o se unan a ellos. Como nadie aceptaba, “los Subversivos” simplemente mataban a estas tres autoridades y elegían a dedo a las nuevas. Si las “nuevas” autoridades se rehusaban, su destino era idéntico a las anteriores. Es decir, “la Dominación por el Terror”. Bajo esa metodología y como consecuencia de esa violencia, murieron miles (más de 100 mil) y miles huyeron a las ciudades de la costa y los que pudieron se fueron al exterior.

            Así, mientras trataba de entender racionalmente las palabras del artículo escrito por el señor Simón Romero.
— ¡Miki, Miki! ¡Ven aquí, te vas a caer!— escuché que alguien me gritaba.
            Levanté la cabeza y a lo lejos, lo vi. Era él.
— Ven, sube despacio—dijo.
            Todo esto de pensar en el término Limbo me había mareado, quería seguir razonando, pero la voz seguía repitiendo…
— Ven, Miki. Sube con cuidado. Dame tu mano. Mira, te raspaste la rodilla. No importa, cuando lleguemos a casa te curo, si?.
            Mientras tanto, Yo, seguía infructuosamente buscando otros significados a Limbo, y zas!, de repente, casi sin querer, Limbo me sonó a “Guantánamo”, me sonó a “Presos desnudos”, me sonó a “acosados por perros”, me sonó a “Soldados riéndose y burlándose”. Si, “Guantánamo” podría ser también un significado más de Limbo.
Todas mis ideas se entrecruzaban y de todos lados me acosaban términos: Torturas, soldados, perros, Simón, Irak, Guantánamo, limbo, Romero, Afganistán, desnudos, Berenson….
Pero, él, seguía hablando.
— Listo, ya llegamos. ¡Tía, Miki se lastimó la rodilla!. Tenemos hambre.
De pronto, salió lo que estaba buscando.
— ¡MARLOOOON!— grité.

            Conocí a Marlon cuando él tenía ocho años y yo, cuatro. Era el hijo mayor de la única hermana de mi Madre, es decir, éramos primos hermanos. Disfrute de su compañía unos pocos meses, quizás ocho o quizás diez. La vida nos separó o quizás nos perdieron las circunstancias.
            Cuando en 1993 regresé desde la Argentina de visita al Perú, me hospedé en la casa de mi abuela. Para entonces ya había perdido mi habitación, así que el único lugar disponible para dormir era el sofá.
            Una noche tuve un sueño. Soñé que caminaba por unos campos llenos de árboles, llenos del bullicio de ruiseñores, de zorzales, de gorriones. Estábamos arriando los ganados. Digo estábamos, por que en mi sueño no estaba sólo. Me acompañaba una persona a quién no lograba ver su rostro. Sin embargo, eso no era motivo para sentirme cómodo y feliz con esa misteriosa compañía, por el contrario lo sentía como un hermano, pero ni su voz ni sus ropas eran las de “Fico” o “Tati”, mis hermanos menores. En mi sueño trataba de identificarlo, pero por más que lo intentaba, no lograba descubrirlo. De pronto, mi acompañante se tropezó y al caer al suelo, con el impacto, se desintegró como si su cuerpo hubiera estado formado de gelatina. En ese instante, me agarró una desesperación, me arrodillé frente a él y traté de juntarlo, pero las partes que lograba reunir se escapaban por entre mis dedos.
— ¡Ayúdame, Ayúdame Miki— me decía él.
De pronto, desperté. Ya estaba amaneciendo.

            Una semana más tarde, acompañe a mi Madre a visitar a uno de sus parientes. Nos dieron la noticia que no me hubiera gustado escuchar jamás: ¡Marlon a Muerto!
            Marlon, como muchos de los jóvenes de su edad en el Perú, era pobre. Esa pobreza lo había llevado a cometer un delito (al menos para sus asesinos): Ser Militar. Se había enrolado en forma voluntaria para hacer el servicio militar y luego seguir una carrera en esa Institución para de ese modo salir de la pobreza y ayudar a su madre y a sus hermanos menores.
            Marlon, fue destacado a una guarnición ubicada sobre el río Amazonas. Mal lugar. En ese territorio, los terroristas y el narcotráfico habían celebrado alianzas de cooperación para sus actos criminales. Marlon, sólo quería salir de la pobreza, del modo mas largo, pero honesto. Sin embargo, no pensaban de igual modo aquellos “muchachos revolucionarios”. Estos “muchachos” para proteger su negocio y sus delitos habían minado la mayoría de los caminos de aquella zona. Una mañana, Marlon y otros miembros de su pelotón salieron en misión de reconocimiento a bordo de un camión. El camión voló en mil pedazos. Marlon también voló. Lo más grande que encontraron de él, fue del tamaño de una bota. Los sobrevivientes fueron acribillados por los “muchachos revolucionarios”. Marlon no volvió y su madre no pudo jamás enterrar a su hijo. ¿Cómo se llama el dolor que sufre una madre cuando pierde a un hijo?, no existe en ningún idioma un nombre para ese dolor.

            El flaco Enrique, era el menor de 4 hermanos, era el más responsable y serio. Al menos eso decía luchita, mi abuela. También lo decía, la familia Saito, los Fierro, Los Villegas, los Badillo y todo aquél que lo conociera. Mi abuela solía ponérmelo de ejemplo cada vez que cometía algunas de mis travesuras adolescentes.
            Cada vez que el flaco Enrique visitaba a Luchita, ella ese día era la mujer más feliz, a tal punto que a sus 65 años podía bailarnos en el living de la casa, “el lago de los cisnes” por la emoción que le embargaba la visita de su sobrino. Él, tenía 3 hijos: el mayor de 14 años, la que le seguía de 10 y el menor de 6 meses.
            Yo era un habitué de la casa de su Padre (A quien llamábamos “El Papi Cesar”), y como el flaco Enrique vivía enfrente aprovechaba y lo visitaba también. Cristian, su hijo mayor era en aquella época un fanático del Breakdance y apenas me veía se enloquecía para mostrarme el último pasó que había aprendido o creado.
El flaco Enrique, era policía y estaba destacado en una comisaría cercana a su domicilio.

            Una mañana, mientras me preparaba para salir al trabajo, desde el comedor escuché a mi abuela sollozar. Me acerqué y le pregunté que le sucedía. Ella me contestó:
— ¡Me dieron ganas de llorar!.
             El reloj marcaba las 10 de la mañana. Le dije que me quedaría por que no la veía bien. Ella, se secó las lagrimas y me dijo, “ya estoy bien, ve, ve al trabajo”. El resto del día trascurrió con tranquilidad.
            Cerca de las once de la noche alguien tocó el timbre insistentemente. Todos salimos pensando que era algún adolescente cometiendo una travesura. Cuando abrimos una de las ventanas, descubrimos a Beto, Valentín y al sambo Manuel, sobrinos de mi abuela.
Luchita, los reprendió y los hizo pasar.
— ¡El flaco Enrique a Muerto!— atinaron a decir.
            Salió temprano de la comisaría a bordo de una camioneta rumbo al puerto para retirar un cargamento de armas asignadas a la dependencia en la cual prestaba servicios —contaron los tres sobrinos —. Cuando regresaban y sólo faltaban pocas cuadras para llegar, en una esquina descubrieron a unos muchachos que pintarrajeaban leyendas alusivas a los grupos subversivos con leyendas como: ¡Viva la Lucha armada!; ¡Viva el presidente Gonzalo!. Cuando intentaron identificarlos fueron atacado con armas de fuego, al mismo tiempo que desde atrás aparecieron otros cabecillas y se produjo una balacera. Habían sido emboscados en plena ciudad de Lima en uno de los barrios aledaños al Río Rímac.
            El flaco Enrique con una bala alojada en la cabeza estuvo en coma desde las 10 de la mañana hasta las 5 de la tarde, hora en que murió. Su muerte apagó el futuro y las esperanzas de sus tres hijos. Su familia, se destruyó. Cristián, nunca más bailó.
            Por muchos años arrastré el dolor y la bronca por su asesinato. De mil maneras he intentado alivianar ese dolor pensando que ese era su destino, sin embargo nunca satisfizo en su totalidad, como si el dolor no quisiera irse.
            A mediados de este año alguien muy cercano me dijo: “La deuda está saldada”. Bueno, en realidad esas habían sido las palabras mediante las cuales le informó a “El Papi César” (el padre del flaco Enrique), que los asesinos, habían pagado la deuda. ¿Cómo?, no importa como. Simplemente que habían pagado.
            Aunque me contaban que se lo habían dicho a otra persona, yo sentí como si esas palabras estuvieran dirigidas a mí. Por algún tiempo el dolor se fue. Sin embargo, duró muy poco. Hace un par de semanas me llegó otra noticia: ¡Cristián, ha muerto!.
Según los informantes, los médicos dicen que falleció como consecuencia de una enfermedad terminal. Yo, sé que eso no es cierto. Cristián, simplemente se dejó morir. Al menos eso me dice el corazón. Los que no lo conocieron podrán aceptar cualquier diagnostico. Yo, estuve ahí. Estuve cuando el flaco Enrique tomaba a sus hijos y se iban a pescar al río Chillón. Estuve cuando iban a los partidos de fútbol en el estadio San Martín de Porras. Estuve cuando Cristián bailaba el Breakdance y soñaba con seguir la misma profesión de su padre y de su abuelo, el Papi César.

            Limbo, limbo, limbo… resuena en mi cabeza.
El señor Simón Romero no tiene la menor idea de lo que es estar en el limbo en el Perú de hoy.

Con sed de Justicia
  • Marlon, el flaco Enrique, Cristián, están en el limbo.
  • La madre de Cristián y sus hermanos, están en el limbo.
  • La hermana de mi madre y sus hijos sobrevivientes, están en el limbo.
  • Miles de ciudadanos Peruanos están en el limbo.
            Sí, están en el Limbo, por que para ellos no hay justicia, al menos la misma justicia que para los “muchachos revolucionarios”. No hay justicia, al punto tal que un “muchacho revolucionario” muerto tiene mayor valor monetario que sus propias víctimas.
            Para ellos, los que verdaderamente están en el limbo, ya no habrá días en las cuales puedan pasarla cocinando o cantando canciones de cuna como la señora Lori Berenson.

Para terminar, parafraseando al Papi César (QEPD), sólo me queda decir lo siguiente:
¡Señora Lori Berenson, VAYASE AL CARAJO!.

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Peliculas para entender el las consecuencias del terrorismo en el Perú.
- La teta asustada (Nominada al oscar)
- La boca del Lobo (de Francisco lombardi, filmada en 1988)
- Vidas Paralelas (filmada en 2008) 
 





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